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domingo, 29 de enero de 2012

PINTURA SOBRE TABLAS EN EL PERÚ

PINTURA SOBRE TABLAS EN EL PERÚ
(EB-setiembre 2002)





Destinada al consumo interno y ceremonial de sus creencias mágico-religiosas, la comunidad de Sarhua (Ayacucho), representa en cuadros pintados sobre tablas, usos y costumbres, su vida y procesos agrícolas, involucrando aspectos de su organización social.


La comunidad de Sarhua se encuentra ubicada al sureste de la confluencia de los ríos Chuschi-Mayu (río pampas) y Sarhua-Mayu (río Qaracha), a 3,225 msnm, en el distrito del mismo nombre, provincia de Víctor Fajardo, departamento de Ayacucho, en la sierra del Perú. La comunidad en su plano urbano presenta la característica distribución de “damero” impuesta por los españoles. Sin embargo, su origen se remonta a época anterior de los conquistadores.








La ilustración que apreciamos corresponde a una tabla de Sarhua. Representa la etapa del año en la cual el caudal de los ríos empieza a disminuir, las lluvias ya no son intensas. Los caminos y cercos han quedado destruidos. Es entonces cuando los pobladores se trasladan a sus huertos de tunas para cuidarlos y a sus estancias para pastear el ganado; la comida empieza a escasear, pero abunda la leche y el queso. Mientras la comunidad recolecta hierbas y frutos silvestres, el ganado empieza a engordar. Este mes también es propicio para la esquila de ovejas y llamas.


Otras tablas, expresan cómo extraen el agua para la comunidad, cómo la distribuyen y finalmente cómo la utilizan. Sin duda el relato gráfico en la tabla es importante, pero la imaginación de los artistas populares es elemental para plasmar con mucho talento la belleza de sus vivencias cotidianas.







CONSERVACIÓN PREVENTIVA DE PINTURA SOBRE TABLA.
por ANA SÁENZ DE TEJADA

miércoles, 25 de enero de 2012

HASTA CUÁNDO?...






HASTA CUÁNDO?...
(EB-4 enero 2012)






Dicen que “los padres en América Latina no educan a los hijos para la vida, sino la vida para los hijos”..Es decir, los miman tanto, que llegados a cierta edad, es imposible hacerles entender lo contrario. Hoy los padres y los hijos se sienten y tratan como “amigos”, es decir, dejaron de ser padres para convertirse en cómplice de sus propios hijos. La diferencia está en que los hijos-amigos no les cuentan todo a los padres-amigos, sino sólo a sus verdaderos amigos.


Los amigos, son aquellos que comparten sueños, ilusiones, proyectos, afectos, palomilladas, secretos, etc. Los padres somos los que al educar a nuestros hijos, debemos corregir aquello que aceptándolo como “positivo”, resultará siendo una carga “negativa” en la personalidad de quien educamos. El término “educar” viene del latín “educere” que significa conducir, formar, instruir, guiar. Es decir, es un proceso mediante el cual se trasmiten valores, conocimientos, costumbres, formas de actuar, etc. Se educa y desarrolla capacidades, actitudes intelectuales y morales del niño, lo que se sumará al desarrollo de sus fuerzas físicas.


El dicho “árbol que crece torcido, nunca su tronco endereza” es apropiado para definir un niño que siendo mal educado, cae en la soberbia, el capricho y hasta la delincuencia. La mala educación de un niño lo induce a perder el respeto por los demás, los propios padres y hermanos, sus compañeros de aula, y en muchos casos hasta a su mascota (si la tiene).


Hay veces me es imposible creer que tan mal educan a sus hijos, que siguen desempeñando el papel de padres, aún cuando los hijos forman su propia familia. Sobreprotegen a los hijos y a los nietos. Asumen el papel de caja fuerte o reserva financiera de la nueva familia, solucionan problemas, solventan la economía y hasta pagan los estudios de los nietos, como si estos no tuvieran padres para ingresar a una “solución de problemas” que sólo compete a los verdaderos padres.


Desde pequeños, los niños deben ser educados en la responsabilidad, la honradez, a decir siempre la verdad, a aceptar su realidad económico-social, y en valores y obligaciones religiosas (si los padres son creyentes).Cuando en alguna etapa de la vida los padres y los hijos tiene algún alejamiento, sólo algo que comparten (la fe religiosa, o la intimidad de sus confesiones), los volverá a juntar, a pesar de las diferencias.


Hasta cuándo los padres debemos tener obligaciones con nuestros hijos? Naturalmente hasta que sean adultos de acuerdo a las leyes respectivas en cada país. Pasado ese tiempo, no es que dejemos de asistirlos, pero deben ellos saber que una cosa es recibir alguna ayuda, y otra es dejar la “responsable paternidad” en los abuelos.


Para empezar “el casado casa quiere”, y la nueva pareja debe buscar el lugar apropiado por pequeño u ostentoso que sea, para que se constituya en el nuevo hogar, donde nacerán y crecerán sus hijos, bajo su educación, con normas acorde a ella, y para que asumiendo el rol de padres, sepan hasta el final de sus días que la familia no deja de ser importante, pero “ cada padre con su hijo, y cada hijo con su padre”, es la mejor lección para vivir en paz y personalmente contento.

domingo, 22 de enero de 2012

QUÉ TENGO YO?




QUÉ TENGO YO?
(EB- 15 enero 2012)




Esta mañana de domingo, abrí la ventana y me encontré con un terrible sol. Ese sol, que nunca está ubicado en el lugar donde le corresponde. Ese que es una realidad insoportable cuando no estás en una playa o en un lugar de veraneo. Horizontalizado sobre mi cama, pude disfrutar del descanso de mi cuerpo, cada domingo y feriados donde la obligación queda en segundo plano. Olvidé que el desayuno es vital en la alimentación cotidiana, que las obligaciones religiosas no esperan, y que acostarse tarde para levantarse temprano no funciona. Así como un adolescente y con ganas de reír, di vueltas en la cama, hasta quedarme nuevamente dormido. Es que soy el vivo retrato de un ciudadano que clama a gritos descanso. Así puedo continuar la vida. Así puedo sonreír la mañana del lunes cuando encuentro a mis alumnos mirándome y yo ocultando mis macabros propósitos de seguir durmiendo.


Pasada las doce del día, recién pude actuar la parafernalia de los obligados protocolos de domingo. Bajé a desayunar. Tostadas con mantequilla y mermelada apoyando mi gusto sibarita. Una tasa de café para despertar al más enfermo de los pacientes. Y luego las dos pastillas que nutren mi cerebro y mi ánimo. He sentido que consagro cada fecha como tales, a rendirle culto a mi cuerpo y de paso a mi espíritu inmediato y con ganas de contar las horas para el almuerzo.


Esta vez el almuerzo es sólo ensalada y un pollo a la parrilla. Un mate de manzanilla, y una gaseosa entre cucharada y cucharada. Satisfecho, regreso a mis obligaciones profesionales. Esto en mi taller pintando y suena el intercomunicador con una sorpresiva visita. Es mi amigo Alberto que llega acompañado de una rubilinda jovencita. Me abraza, nos abrazamos. Viene a darme la noticia que acaba de sumar a sus varios títulos, el de abogado. Ahora es él un doctor en Derecho. Es la manera de efectuar y hacer sonar más su nombre ante la sociedad .Esa que alguna vez le dio la espalda. Esa sociedad que aún te aplaude y sonríe cuando disfruta de tus logros y gusta de tus estrofas profesionales. Allí está Alberto sentado en mi taller, admirando las pinturas que dice un día llevará dos para su colección de Picasso, Miró, Humareda y otros notables del pincel. Allí está y lo veo igual como en los años ‘60 cuando fue mi alumno en un colegio de jesuitas. Tiene la picardía de los jóvenes de calle. Enfoca cada problema de manera inteligente. Se siente hermano de mucha gente que formó parte de su juventud. Está alejado de la política que le trajo sinsabores: Sonríe y ríe permanente. No conoce la idea temblorosa que podría llevarlo hacia el abismo. Es evidente que le ha ido muy bien y disfruta de una cuantiosa fortuna. Es un personaje que prefiere el anonimato, y aceptando su condición humildemente me vuelve a abrazar y suelta elogiosos comentarios de la formación que dice recibió de mi parte.


Han transcurrido dos horas y siguen en casa. La conversación se ha vuelto más que amena. La chica sonríe, y elogia lo que la rodea. Desea tomar clases de pintura conmigo, dice. Él con una gran agitación se desvive por halagarme, me invita a salir y me excuso, (debo asistir a un compromiso religioso en un par de horas).La charla es prudente sin dejar de ser amena. El sol por la ventana sigue siendo tan cruel y abrazador como esta mañana. Entonces el amor acaba, el encantamiento de las imágenes no hace reaccionar y inyectándonos más afectos, nos obliga la despedida.


Ahora nuevamente estoy sólo en casa. Sólo que no es lo mismo “solitario”. Hay tanta gente en el planeta con quién hablar, comunicarse, escribir, que es una locura sentirme sólo. He anotado en mis recuerdos esta visita, y lo agradable de la compañía. Ha sido un domingo diferente, placentero, amena y por qué no histórico. Me preparo para escuchando música, ponerme a pintar…



domingo, 15 de enero de 2012

CÓMO MIRAR EL ARTE?




CÓMO MIRAR EL ARTE?
(EB-setiembre 1979)





Mi primer consejo para entender el arte, es documentarnos de conocimientos que nos hablan del progreso del arte a través de la historia. Hay problemas estéticos, filosóficos, sociales, religiosos y técnicos que los artistas han tratado de resolver cada uno a su modo.


Luego nos preguntaremos teniendo la obra delante de nosotros ¿qué representa esta pintura o esta escultura? Filosofando sobre la pregunta, diremos que puede ser una expresión concreta, o una analogía tomada de una experiencia corriente del mundo visual, o una versión refinada, idealizada de ese mundo. Puede también ser una expresión del mundo impersonal de la geometría, o una obra que nace del mundo espiritual del artista.


La intención es simple: por la contemplación de temas nobles, el artista se sentirá inspirado hacia alturas semejantes. Pero por desgracia, a pesar de las buenas intenciones, la mente, incluso la de un artista, no funciona de menara tan simple y literal. Muchos de los grandes maestros del arte, fueron magníficos dibujantes o coloristas, u observadores de la luz y la sombra, o maestros en geometría y composición. Pero ello es sólo el medio de hacer una obra de arte, no su causa. Sin duda, todo aquel que guste de mirar obras de arte, posee ideas propias acerca de lo bueno o lo malo de las mismas. Se trata por lo general de un juicio emocional: “No sé nada de arte, pero sé si me gusta o no”


Nadie seguiría tal juicio en el mundo de los negocios, en cuestiones legales, al comprar un apartamento o automóvil, al adquirir ropa o al preparar una comida. En materias cuyas consecuencias hay que vivirlas, nuestro juicio ha de basarse en algo más que la emoción del momento. Lo que nos lleva a deducir que:”sólo en el campo del arte, es donde sentimos que podemos opinar sin apoyarnos en nada más positivo que nuestros prejuicios, nuestro sentimiento”. Un factor importante para juzgar la obra de arte, debe ser analizar la intención del artista al crearla. El valor de la obra de arte depende, en primer ligar en la calidad de tan intención y después, del éxito de su realización técnica.


Se llama arte abstracto, a todo tipo de obra de arte no tenga asunto o tema reconocible, a lo que es ajeno a nuestro lenguaje familiar, a lo que deja de ser real porque ha sufrido deformación, simplificación o estilización. En última instancia, una obra de arte es entre otras: un gran misterio. Una comunicación del artistas creador, al espectador. Toda interpretación verbal no siempre es adecuada. La pintura, escultura, música, poesía. Arquitectura, joya o muebles creado por el artista debe decirnos la última palabra y toda explicación por mucho que trate de ayudar, al final se desvanece frente a nuestra intuición y nuestra sensibilidad para sentirnos imputado con la obra. Dicho de otra forma, al final nos quedamos cara a cara con la obra y nuestros sentimientos.

jueves, 12 de enero de 2012

ETAPAS DE LA VIDA




ETAPAS DE LA VIDA

fuente: Lewis Wolpert, biólogo inglés
Sábado 16 Abril 2011



Interesante artículo que recoge hallazgos recientes de lo que constituye el proceso de envejecimiento; y establece un concepto moderno de su definición.Artículo para ser leído por gente de todas las edades.Al final, queda siempre, para tema de reflexión y examen.(EB)


Lewis Wolpert, un reconocido biólogo inglés, relata en su último libro los más recientes y sorprendentes hallazgos científicos del proceso de envejecimiento.



Sábado 16 Abril 2011



Para Lewis Wolpert hay cuatro etapas en la vida de un ser humano: la infancia, la adultez activa, la madurez y, finalmente, la que el llama "te ves muy bien" en alusión a esa frase que las personas como él, de más de 60 años, intercambian entre sí cuando se encuentran después de mucho tiempo. La vejez, como a la mayoría de mortales, le tomó a él por sorpresa y hoy se pregunta cómo pudo un joven de 18 convertirse en un viejo de 81, su edad actual. "Este tema nunca hizo parte de mi agenda cuando joven. Y por eso cuando llegué a esta edad todo me pareció una revelación", dice.



Motivado por su experiencia y conocimiento sobre biología celular, Wolpert recopiló en un libro todas las evidencias que lo asombraron en su propia búsqueda de lo que significa envejecer y las compiló en el libro You're looking very well, que ha sido un éxito en Gran Bretaña.



Y una de las primeras sorpresas para él es que no hay ninguna evidencia de que la vejez mate, porque no es una enfermedad. Muchos médicos todavía dicen que la gente muere de vieja, pero según Wolpert esto no es cierto y siempre hay una explicación para el fallecimiento de alguien, así sea un nonagenario. Lo que sí viene con los años es una incapacidad del organismo para luchar contra cualquier enfermedad, especialmente aquellas que aparecen por la senectud. El autor explica que durante toda la vida se van acumulando daños moleculares en las células, y esto ocurre porque el mecanismo de reparación de estas averías se debilita con el tiempo. "Envejecemos por el uso y el desgaste, en una manera no muy distinta a la de cualquier otra máquina".



Nunca antes la humanidad había logrado vivir tanto. En Inglaterra, dice Wolpert, hay más gente mayor de 65 años que niños menores de 16 años y esta situación será común en la mayoría de países en un par de décadas. El perfil de los viejos ha variado tanto que Wolpert se atreve a sugerir que se establezca el término 'cuarta edad', para referirse a aquellos individuos mayores de 80, que sí podrían estar afectados por la vejez. "En la etapa que hoy se conoce como tercera edad, los pensionados todavía gozan de muy buena salud y están muy activos socialmente", dice.



Pasar de una esperanza de vida de 25 años a 80 en dos siglos ha sido posible más a los avances en medicina y salubridad que a revolucionarios descubrimientos en el proceso intrínseco de envejecer. No obstante, estudios en animales han demostrado que manipular la genética para prolongar la vida podría ser una realidad. Gracias a estos trabajos, los científicos han podido incrementar cinco veces el periodo de vida de la mosca de la fruta o del gusano C. elegans. Al extrapolar esos resultados a los humanos resulta que la especie podría vivir 400 años, máximo 600. Sin embargo, hoy todavía no se vislumbra en el horizonte un método para alargar la juventud. Se sabe de personas con una versión de ciertos genes, como uno llamado Peter Pan, que viven más que aquellos que no la tienen. Pero manipular todas las piezas del rompecabezas de este proceso está aún a años luz. La meta es, entonces, llegar a viejos sin achaques.



Hay que admitir que lograrlo no es nada fácil. Los más longevos son ricos, educados e inteligentes, pues un coeficiente intelectual alto es garantía de que la persona va a cuidar más de su salud y se involucrará menos en comportamientos riesgosos. Ser optimista también es clave. En un estudio científico, aquellas mujeres que se mostraron positivas frente a su futuro tuvieron 14 por ciento menos posibilidad de morir de cualquier causa que las mujeres más negativas. También está comprobado que hacer ejercicio y no tener sobrepeso prolonga la existencia. La dieta ideal para reducir el riesgo de demencia incluye frutas, vegetales, cereal y mucho pescado. El alcohol contribuye a llegar a la tercera edad en buen estado, pero solo si es en dosis bajas. Profesar una fe ayuda a encontrarle sentido a la vida y a manejar el estrés de esta etapa, lo cual es positivo para la salud. Aprender a esta edad mejora el bienestar mental y físico, por lo cual Wolpert sugiere abrirles espacios a los viejos en las universidades. Como estar activo mentalmente es tan importante, Wolpert también sugiere aplazar el momento del retiro profesional, o, en algunas profesiones, incluso abolirlo. "Trabajar no solo ayuda a su bienestar, sino a sus finanzas: diez años más de trabajo dobla el valor de una típica pensión privada", dice el experto. Curiosamente, suplementos y productos antienvejecimiento, incluido el mundialmente conocido gingko biloba, son totalmente ineficaces, según la investigación de Wolpert.



El libro también ha dado al traste con muchos mitos sobre la vejez. Es cierto que las capacidades mentales disminuyen porque los viejos olvidan más y son más lentos. Pero el conocimiento adquirido permanece intacto por lo cual una de las grandes ventajas de envejecer es la sabiduría y experiencia acumulada. "Los viejos son mejores para comprender preguntas y detectar cosas absurdas, así como para atender tareas complejas", dice. Otra buena noticia es que con los años no disminuye la actividad sexual. Un estudio citado por Wolpert muestra que 90 por ciento de los hombres y mujeres casados entre 60 y 64 años en Estados Unidos son activos sexualmente. La ciencia también ha mostrado que la mujer vieja no tiene limitaciones físicas para alcanzar un orgasmo pero los hombres gozan siete años más de vida sexual que ellas. Esto se debe a que las mujeres se casan con hombres mayores y ellos mueren primero. El fallecimiento de sus cónyuges implica para muchas el final de su vida sexual. En general, se ha comprobado que la frecuencia de los encuentros sexuales declina muy poco entre los 50 y los 70 años y muchos continúan gozando de los placeres del sexo incluso hasta los 80.



Otra sorpresa para Wolpert es que la felicidad, que para muchos parecía ser esquiva en la vejez, tiene su pico máximo a los 74 años. Los miembros de la tercera edad tienen menos eventos estresantes en el trabajo y menos conflictos con sus parejas y, lo mejor de todo, no sienten necesidad de agradarles a los demás, todo lo cual quita un gran peso de encima. Si se compara con los jóvenes, que tienen metas muy amplias, los viejos han logrado estrechar sus objetivos y estos son casi siempre mucho más significativos. La creencia de que los viejos son depresivos no resulta ser cierta, como tampoco lo es la asociación juventud-felicidad. Tampoco son más depresivos que los jóvenes. De hecho, esta enfermedad se presenta con mayor frecuencia alrededor de los 45 años.



Según Wolpert, los estudios muestran reiteradamente que los jóvenes no son mejores que los viejos en el trabajo y no hay diferencias significativas en sus habilidades. La percepción de la vejez determina en alto grado la expectativa de vida de un individuo y la manera como los miembros de una sociedad cuidan a sus adultos mayores. Quienes temprano en la vida ven la vejez como una pesadilla tienen, cuando viejos, más riesgo de infarto y otros problemas cardiacos. Por el contrario, quienes la ven con buenos ojos viven en promedio siete años más. Y aquellos que se sienten y se ven más jóvenes de lo que indica su cédula tienen mejor salud que los que se perciben más viejos. Los jóvenes calculan que la vejez empieza a los 68 años, mientras que los más viejos piensan que es a los 75. Pero curiosamente, un estudio mostró que solo 35 por ciento de quienes tienen 75 se sienten viejos. De hecho, los médicos utilizan la percepción de la edad y cómo luce la persona como un indicador de su salud. Cuando se ven jóvenes y saludables para la edad es una señal clara de que van a vivir más allá de los 70 años. Por eso, dice Wolpert, si un viejo conocido en la calle le dice "cómo te ves de bien", créale, disfrute el piropo y dese por bien servido.



sábado, 7 de enero de 2012



LA MODA VERANO 2012
(EB- 4 enero 2012)




Desde el comienzo de la humanidad siempre ha habido un interés por la vestimenta. Lejano está el tiempo donde la moda lo marcó el corte de cabello, el engominado, las trenzas y hoy el rapado. Algunos encontraron en su acicalamiento personal la manera de atraer al sexo opuesto. El misterio de lo exterior, desató siempre la pasión por saber qué cuerpo guarda el interior de las vestimentas. Otros insaciables ante el arreglo personal recurrieron a pintarse ojos, boca y rostro, y por qué no atravesarse objetos, espinas, huesos para ser cada vez más exquisito ante el observador. Hoy los piercing, expansores, los tatuajes, el rapado del cabello, teñido multicolor de los mismos, hacen la atracción y la custodia a la vez de la belleza personal que cada uno quiere envolver en su cuerpo. Es una moda, del atuendo masculino y femenino del siglo. Otras modas llegarán con los años, y estaremos acostumbrados o nos desacostumbremos para siempre.


En otra orilla del tratamiento de la belleza personal, los diseñadores de moda no terminan de ponerse de acuerdo en lo que se debe y no se debe usar en el Verano 2012.Señal de que algo anda mal, sin duda, lo que obliga a que cada cual vista como mejor le parece. Algún día nos reuniremos con ellos, y llegaremos a la conclusión que no sólo es suficiente llamarse “diseñadores”, sino que hay que ser artista para crear, tener talento y conocer el proceso de una tela desde su origen como fibra, el sistema de tejido, la caída, el peso por metro, y cuáles son apropiadas de acuerdo al clima, lugar, persona, la edad, el peso muscular, la estatura, etc.


Las grandes casas de moda y los diseñadores más conocidos a nivel mundial son tantos como las ideas personales, individuales que ellos lanzan…no sabemos si todos alcanzan el éxito esperado, el consumo de su producto, y si un cliente de hoy volverá a comprar lo de la próxima colección: Donatella Versace,Anatómika fashion, Cerruti, Rick Owers, Ekjo Corean, John Galliani, Louis Vuitton, Giorgio Armani, Yves Saint Laurent, Gucci, Dolce & Gabbana, Ermenegildo Zegna, Oscar de la Renta,Carolina Herrera, Calvin Klein, Coco Chanel, Agatha Ruiz de la Prada… por citar algunos de los muchos que hay en las revistas de moda y en los escaparates de las grandes metrópolis.


Asumo que no se ponen de acuerdo, pues para las damas las tendencias van desde telas tipo jersey que incluye vestidos, pantalones, zapatos y hasta pulseras estampados con fresas y mariposas. También escotes asimétricos, vestidos cortos de una sola pieza, encima de las rodillas, con cabellos largos, sombreros y bolsos de colores encendidos. Otro “diseñador” propone vestidos tipo túnica romana, ligeramente ceñidos con abertura a mitad del muslo, color entero y una especie de capa haciendo juego. Tipo sobretodo o corta lluvia amplio y de colores fuertes. Blusas con hombros desnudos, escotes sugeridos, colores suaves que hacen juego con pantalón suelto…Si usted entendió algo, la felicito.


Para los caballeros, sugieren pantalones sueltos, cuello Nerú, uso de colores blanco, negro y azul oscuro. Botones muy grandes en sacos, braguetas y otros de color blanco. Sacos de solapas angostas, vestimenta tipo boy scout de colores cálidos, gorros y polos tejidos del mismo color y de punto grueso; remeras en damero, sombreros chinescos, calcetines con portaligas; tenidas en color beige que incluyen gabán con cinturón ancho, grueso y ajustado. Otro diseñador sugiere pantalones cortos con doblez tipo basta; por allí recomiendan motivos geométricos en color vino y oro, zapatos tejidos tipo chino; finalmente hay quien manda camisa manga corta con cuello y la pechera elaborada con bordado que alcanza el cuello.


Como ven pues queridos lectores: “No se puede estar a la moda nunca, sino contentamos consumiendo la ropa que cada diseñador imagina, copia, o repite en su colección Verano 2012”. La genialidad de cada diseñador, no permite hacer un consenso para que la gente no termine confundida con tantas versiones en la misma temporada. El mejor y más sabio consejo, es que cada cual debe usar aquello que gusta, va bien con su edad, su figura y sobre todo se mantiene cómodo y no es motivo de burla de sus vecinos….



martes, 3 de enero de 2012

Reconocer el pecado




Reconocer el pecado

Reconocer el pecado nos permite invocar, aceptar, celebrar la misericordia

Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net




Devocional Agosto 03, 2011.jpgEn algunos lugares es fácil encontrar a católicos que han perdido la idea del pecado. De ahí se deriva la desafección hacia el sacramento de la confesión y, en no pocos lugares, la costumbre de comulgar sin ninguna inquietud acerca de si uno posee o no posee las disposiciones suficientes para participar en la Mesa del Señor. Otros llevan la pérdida del sentido del pecado mucho más lejos: dejan de comulgar, se alejan poco a poco de una Iglesia que “no les sirve”, apagan en su interior todo anhelo de transcendencia al dejarse invadir por las preocupaciones del mundo.



Los sacerdotes estamos llamados a ofrecer caminos que permitan descubrir el sentido del pecado, la gravedad que se esconde en toda ofensa al Dios que es Creador y Padre, la ruptura que se produce en nuestras relaciones con los hermanos. Sólo desde el reconocimiento de la realidad del pecado es posible abrirse al horizonte de la misericordia, al maravilloso proyecto de la Redención.



Podemos partir de una reflexión que vale para la mayor parte de las sociedades contemporáneas: no es fácil reconocer que hemos “pecado”, que hemos ofendido a Dios, al prójimo, a nosotros mismos.



No es fácil especialmente en el mundo moderno, dominado por la ciencia, el racionalismo, las corrientes psicológicas, las “espiritualidades” tipo New Age. Un mundo en el que queda muy poco espacio para Dios, y casi nada para el pecado.



Muchos reducen la idea del pecado a complejos psicológicos o a fallos en la conducta que van contra las normas sociales. Desde niños nos educan a hacer ciertas cosas y a evitar otras. Cuando no actuamos según las indicaciones recibidas, vamos contra una regla, hacemos algo “malo”. Pero eso, técnicamente, no es pecado, sino infracción.



Otros justifican los fallos personales de mil maneras. Unos dicen que no tenemos culpa, porque estamos condicionados por mecanismos psíquicos más o menos inconscientes. Otros dicen que los fallos son simplemente fruto de la ignorancia: no teníamos una idea clara de lo que estábamos haciendo. Otros piensan que el así llamado “pecado” sería sólo algo que provoca en los demás un sentimiento negativo, pero que en sí no habría ningún acto intrínsecamente malo.



A través de la catequesis de adultos, de las diversas actividades pastorales de la parroquia, de la predicación dominical, se hace urgente un esfuerzo por superar este tipo de interpretaciones equivocadas e insuficientes.



Para descubrir lo que es el pecado necesitamos reconocer que nuestra vida está íntimamente relacionada con Dios, que existimos como seres humanos desde un proyecto de amor maravilloso. Es entonces cuando nos damos cuenta de que Dios llama a cada uno de sus hijos a una vida feliz y plena en el servicio a los hermanos, y que nos pide, para ello, que vivamos los mandamientos.



Porque existe Dios, porque tiene un plan sobre nosotros, entonces sí que podemos comprender qué es el pecado, qué enorme tragedia se produce cada vez que optamos por seguir nuestros caprichos: nos apartamos del camino del amor.



Al mismo tiempo, si al mirar a Dios reconocemos que existe el pecado, también podemos descubrir que existe el perdón, la misericordia, especialmente a la luz del misterio de Cristo.



Lo dice de un modo sintético y profundo el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, en el n. 392: “El pecado es «una palabra, un acto o un deseo contrarios a la Ley eterna» (San Agustín). Es una ofensa a Dios, a quien desobedecemos en vez de responder a su amor. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Cristo, en su Pasión, revela plenamente la gravedad del pecado y lo vence con su misericordia”.



Es cierto que nos cuesta reconocer que hemos pecado. Pero hacerlo es propio de corazones honestos y valientes: llamamos a las cosas por su nombre, y reconocemos que nuestra vida está profundamente relacionada con Dios y con su Amor hacia nosotros.



Reconocer, por tanto, el pecado nos permite invocar, aceptar, celebrar la misericordia (según una hermosa fórmula usada por el Papa Pablo VI en su "Meditación ante la muerte"). De lo contrario, nos quedaríamos a medias, como tantas personas que ven sus pecados con angustia, algunos incluso con desesperación, sin poder superar graves estados de zozobra interior.



Es triste haber cometido tantas faltas, haberle fallado a Dios, haber herido al prójimo. Es doloroso reconocer que hemos incumplido buenos propósitos, que hemos cedido a la sensualidad o a la soberbia, que hemos preferido el egoísmo a la justicia, que hemos buscado mil veces la propia satisfacción y no la sana alegría de quienes viven a nuestro lado. Pero la mirada puesta en Cristo, el descubrimiento de la Redención, debería sacarnos de nosotros mismos, debería llevarnos a la confianza: la misericordia es mucho más fuerte que el pecado, el perdón es la palabra decisiva de la historia humana, de mi vida concreta y llena de heridas.



De este manera, podremos afrontar con ojos nuevos la realidad del pecado, de nuestro pecado y del pecado ajeno, con la seguridad de que hay un Padre que busca al hijo fugitivo: así lo explica Jesús en las parábolas de la misericordia (Lc 15), y, en el fondo, en todo su mensaje de Maestro bueno. Descubriremos entonces que si ha sido muy grande el pecado, es mucho más poderosa la misericordia (cf. Rm 5). Estaremos seguros de que el amor lleva a Dios a buscar mil caminos para rescatar al hombre que llora desde lo profundo de su corazón cada una de sus faltas.



Juan Pablo II hizo presentes estas verdades en su encíclica "Dives in misericordia" (publicada en el año 1980). Entre sus muchas reflexiones, el Papa indicaba que “la Iglesia profesa y proclama la conversión. La conversión a Dios consiste siempre en descubrir su misericordia, es decir, ese amor que es paciente y benigno a medida del Creador y Padre; el amor, al que «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo» es fiel hasta las últimas consecuencias en la historia de la alianza con el hombre: hasta la cruz, hasta la muerte y la resurrección de su Hijo. La conversión a Dios es siempre fruto del «reencuentro» de este Padre, rico en misericordia” (Dives in misericordia n. 13).



También el Papa Benedicto XVI, en su encíclica Deus caritas est, evidenció la grandeza y profundidad del perdón divino: “El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia. El cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de la Cruz: Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor” (Deus caritas est n. 10).



El misterio de la Cruz, de la misericordia, está presente en el sacramento de la Penitencia. Pero, de modo especial, en la Eucaristía. Allí no sólo recordamos, sino que participamos nuevamente en la entrega del Hijo al Padre, en la donación del Amor más grande, que por salvar al esclavo no dudó en entregar al Hijo, como recordamos en el solemne pregón que se canta en la Vigilia Pascual.



Con los ojos puestos en el Crucificado, que también es el Resucitado, podemos descubrir la maldad del pecado y la fuerza de la misericordia. Desde el abrazo profundo de Dios Padre nace en los corazones la fuerza que acerca al sacramento de la confesión, el arrepentimiento profundo que aparta del mal camino, la gratitud que lleva a amar mucho, porque mucho se nos ha perdonado (cf. Lc 7,37-50). Son verdades que los mismos sacerdotes necesitamos vivir en lo más profundo de nuestra alma, son verdades que necesitamos transmitir como una experiencia maravillosa a la que todos están invitados.



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